Comunidad Bahá'í de Valdivia

Principios Bahá’ís: La religión debe ser causa de amor, afecto y unión La religión debería unir a todos los corazones y hacer que las guerras y las disputas se desvanecieran de la faz de la tierra, dando nacimiento a la espiritualidad, confiriendo vida y luz a cada corazón. Si la religión se convierte en causa de aversión, de odio y de división, sería mejor no tener ninguna y apartarse de semejante religión sería un acto verdaderamente religioso.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Artículos publicados en el Diario Austral

Semana por medio se publica un artículo escrito por un miembro de la comunidad bahá'í en el Diario Austral de Valdivia. Aquí puedes leer los artículos ya publicados hasta la fecha:


Una nueva conciencia global
Lucy Engle

Mucho se ha dicho en los últimos días sobre las dificultades que el país está enfrentando debido a los problemas con el suministro de energía. El gobierno incluso se ha visto en la necesidad de lanzar una campaña, promoviendo diversas medidas que ayuden a disminuir los niveles de consumo en las casas de cada uno de nosotros. En caso de no prosperar la campaña, es altamente probable que debamos asumir un racionamiento que incluya cortes programados de luz.

Una de las cosas que llama la atención en todo esto es hasta qué punto la acción de cada uno de nosotros, como individuos, puede llegar a afectar algo tan importante como el suministro energético de todo un país. La campaña de gobierno despliega gran cantidad de recursos y esfuerzos con un solo objetivo: llamar la atención de personas como usted o como yo, pues lo que usted haga o deje de hacer puede tener un efecto significativo en el funcionamiento del país. Las autoridades llegaron incluso a afirmar que si todas las casas cambiaran dos ampolletas comunes por dos de bajo consumo, el impacto sería notable.

Todos los días se nos recalca (a través de medios de comunicación, discursos políticos, conversaciones cotidianas o estilos de vida cada vez más comunes) que el ser humano vive en permanente rivalidad con los demás, que la existencia constituye una serie de batallas: todos son potenciales competidores a los que hay que vencer, y el que se duerme pierde. Sin embargo, situaciones como la que se ha planteado en el campo del suministro energético contradicen ese planteamiento, pues es claro que una situación así sólo es posible de solucionar mediante una acción conjunta de todos los miembros de la sociedad. Así, se hace evidente un hecho innegable: cada uno de nosotros forma parte de un sistema global, cada vez más interconectado e interdependiente. No somos competidores; estamos llamados a ser colaboradores.

Todo esto nos lleva a pensar que cada una de nuestras acciones, para bien o para mal, tiene un efecto sobre el mundo. No somos entes aislados; por el contrario, el mundo es formado por la acumulación de nuestras acciones individuales. Es en este sentido que Bahá’u’lláh recomienda tener una visión que “abarque el mundo en vez de limitarse a vuestro propio ser”, lo cual es al mismo tiempo una invitación a ser individuos responsables y concientes. ¿Qué pasaría entonces si en el momento de prender la luz tuviéramos conciencia del impacto de nuestras acciones en el mundo? Y una vez reconocido ese impacto, ¿qué haríamos si asumiéramos la responsabilidad por nuestras pequeñas acciones?

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