Con Nuestros Propios Ojos, artículo en el Diario Austral
Con Nuestros Propios Ojos
Neysan Sedaghat
El otro día, tuve la bendición de asistir a la misa del fallecimiento del padre de un buen amigo. La iglesia estaba repleta de personas que seguían la misa de memoria. En esa instancia donde se podía palpar la sinceridad de las personas presentes no podía sino preguntarme cómo sería la misma ceremonia en otro lugar del mundo. ¿Qué tan sincera podría ser esta ceremonia si hubiese sido en Arabia Saudita, en un entorno musulmán? ¿O en un entorno hindú? No podía sino preguntarme ¿Por qué creemos lo que creemos?
Por milenios, la mayoría de las experiencias religiosas de las personas han sido pasivas, más que activas. Aun hoy día la vasta mayoría de aquellos que tienen una religión generalmente la aceptan como una tradición de sus antepasados a ser continuada. En nuestra vida cotidiana, para adquirir cosas realizamos un proceso de investigación que llamamos “cotizar”. Sin embargo, para el aspecto más trascendental de nuestra existencia, nuestra vida espiritual, olvidamos investigar y generalmente aceptamos por tradición.
Sin embargo, lo curioso es que las mismas Escrituras de lo que conocemos como tradiciones religiosas nos invitan a investigar por nuestros propios medios. En
Dios ha entregado a cada ser humano la capacidad para diferenciar la verdad de la falsedad. Si fallamos en el uso de nuestra capacidad racional y elegimos aceptar ciegamente ciertas opiniones o ideas, por admiración o por miedo de aquellos que las sostienen, entonces estamos siendo negligentes a una de nuestras responsabilidades espirituales más básicas como seres humanos.
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