El Espacio Femenino, artículo en el Diario Austral
Eduardo Rioseco C.
‘Abdu’l-Bahá, sabio persa que nos ha dejado hermosos escritos y exhortaciones, escribió a principios del siglo XX: “La humanidad es como un pájaro con dos alas: una masculina, la otra femenina. A no ser que ambas alas sean robustas y estén impelidas por una fuerza común, el pájaro no podrá volar hacia el cielo. De acuerdo con el espíritu de esta época, las mujeres deben avanzar y llenar su misión en todas las ramas de la vida… Ésta es mi fervorosa súplica y uno de los principios fundamentales de Bahá'u'lláh”.
La visión, los principios, los métodos masculinos han sido dominantes durante demasiado tiempo. Son los que han moldeado el devenir de los países, y es en base a esta mirada como se suelen tomar las más importantes desiciones. La mirada femenina ha quedado relegada a los ámbitos más íntimos, siendo considerada inferior. Se argumentaba que las mujeres no aportan nada útil a lo verdaderamente importante, y que más bien entorpecen el avance eficaz de las desiciones.
Cuando Bahá’u’lláh anunció a mediados del siglo XIX que mujeres y hombres debían tener los mismos derechos y oportunidades, planteó algo de implicancias muy profundas. Su afirmación no se refiere a que las mujeres deban participar en los espacios que los hombres decidamos dejarles, con las reglas que nosotros hemos inventado; más bien, nos está diciendo que hay un espacio distinto, que tiene sus propias reglas, que es exlusivo para las mujeres, que no hemos dejado que sea ocupado y que, por lo tanto, ha permanecido vacío durante todo este tiempo. El resultado es que nos hemos privado de las bondades que esconde este espacio femenino, y el pájaro de la humanidad al que hace referencia ‘Abdu’l-Bahá no ha podido volar todavía. Una de las alas no se encuentra lo suficientemente robusta, y la humanidad nunca ha alzado realmente el vuelo.
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