La salud física y espiritual, artículo en el Diario Austral
Stéphanie Charvin
El ser humano es como un bosque: un conjunto de microcosmos en un macro, todos cumpliendo su propósito según la ley de la naturaleza mediante un complejo equilibrio. De esta forma, si algo cambia, aun si fuera un átomo, tendrá repercusión sobre todo el bosque. El hombre se ve enfrentado a situaciones frente a las cuales reacciona, y eso afecta su equilibrio emocional y físico; restablecerlo depende sólo de la fuerza mental y física de la propia persona, diferente en cada caso particular. Por lo mismo no existe una receta universal para la salud; pero sí principios básicos que se pueden aplicar, cada cual según su capacidad, necesidad, y sobre todo voluntad.
Contaban los antiguos indígenas norteamericanos que en cada uno de nosotros habitan dos lobos. El primero representa nuestra naturaleza inferior: ego, vanidades, odio. El segundo representa nuestra naturaleza superior: amor, nobleza, bondad. Ambos se enfrentan constantemente, y el victorioso será aquel que reciba más y mejor alimento. Entre los alimentos apropiados, uno de los más básicos es la correcta respiración. El aire es una energía vital para el organismo. La mejor respiración es la abdominal, con la cual se llenan los pulmones y el abdomen, inhalando por la nariz la misma cantidad de aire que se exhala. Si uno se siente con poca energía, ayuda inhalar más aire del que se exhala. El solo hecho de enderezarse amplía nuestra capacidad de respiración; se abre la caja toráxica, el estómago y el bazo tienen más espacio para cumplir con sus funciones, y así cambia además la actitud frente a la vida. Las personas que sufren de depresión suelen tener su espalda doblada, la cabeza baja, y la mayoría del tiempo no respiran de manera correcta.
No podemos separar el cuerpo del alma; por eso fortalecer y nutrir a uno tendrá consecuencias sobre el desarrollo del otro. ¿Pero cómo alimentamos nuestra alma? ‘Abdu’l-Bahá afirma que las mejores herramientas son “la oración, la meditación y el trabajo realizado en espíritu de servicio a la humanidad”.
Sin embargo, diariamente estamos expuestos a una serie de imágenes, palabras, colores, y en general al medio ambiente en que nos desarrollamos, todo lo cual pone dificultades adicionales. Todo eso lo “comemos”. Hay que tener cautela para evitar una indigestión de “chatarra”: violencia, corrupción, injusticias. Antes bien, conviene llenar nuestras mentes de pensamientos positivos que tengan un real efecto en la transformación global. Contrarrestar los pensamientos de odio por unos más fuertes de amor, y a un pensamiento de guerra oponerle uno más grande de paz.