Comunidad Bahá'í de Valdivia

Principios Bahá’ís: La religión debe ser causa de amor, afecto y unión La religión debería unir a todos los corazones y hacer que las guerras y las disputas se desvanecieran de la faz de la tierra, dando nacimiento a la espiritualidad, confiriendo vida y luz a cada corazón. Si la religión se convierte en causa de aversión, de odio y de división, sería mejor no tener ninguna y apartarse de semejante religión sería un acto verdaderamente religioso.

jueves, 27 de septiembre de 2007

La importancia de la religión a través de la historia humana, publicado en el Diario Austral

La Necesidad del Absoluto
Eduardo Rioseco C.

El siglo XX fue un período extremadamente complejo. Los cambios que ocurrieron en esos 100 años superaron con mucho a todos los cambios que la humanidad había experimentado a lo largo de toda su historia previa. El aspecto tecnológico es el más evidente de ellos y el que suele salir a colación más a menudo; sin embargo, junto con los deslumbrantes avances materiales, cabe destacar el cambio en el pensamiento del hombre común, en su visión del mundo y de sí mismo, como una de las alteraciones más significativas.

Durante siglos –más aun, milenios– el hombre consideró el universo y el rol que en él le tocaba desempeñar como asuntos cuya principal característica era su naturaleza sobrenatural o espiritual. En esto siempre han coincidido tanto las cosmovisiones aborígenes de todo el mundo como las principales y más conocidas religiones que han modelado civilizaciones enteras (como el cristianismo, el islam, el budismo, el judaísmo, etc.) Esto cambió de manera radical cuando, a partir del Renacimiento en Europa, comenzó a gestarse una nueva cosmovisión concentrada en el aspecto material del hombre, que fue la raíz a partir de la cual brotaron las dos principales ideologías que modelaron el mundo del siglo XX: el comunismo y el capitalismo. Diferentes en sus métodos, ambos sistemas coinciden en considerar el aspecto material de la existencia como lo único que merece atención seria. La idea de “progreso” llegó a identificarse exclusivamente con el desarrollo económico, con lo cual se extendía más y más la idea de que la existencia material constituye la realidad última.

Cuando cayó el Muro de Berlín, el mundo occidental asumió que se estaba a las puertas de una nueva era de paz y prosperidad económica global. Sin embargo, no fue necesario que transcurriera mucho tiempo para que fuera evidente que los postulados exclusivamente materialistas que sustentan los modelos políticos y económicos en boga son insuficientes para satisfacer las necesidades del ser humano. Medida bajo sus propios parámetros, es claro que la empresa materialista ha fracasado de manera rotunda en su afán por modelar un mundo próspero, justo y unido. Por el contrario: la desintegración de la vida familiar, el aumento de la criminalidad, sistemas educativos disfuncionales y otra serie de patologías sociales no hacen sino sumar pruebas en su contra.

Al haber dado la espalda a los aspectos intangibles, inmateriales –presentes en la humanidad por milenios– el mundo se privó de algo fundamental, y eso es algo que poco a poco se hace más evidente. Históricamente, han sido esos aspectos de la vida humana los que han posibilitado que los hombres llegaran a tener, en palabras de Bahá’u’lláh, “vista nueva, oído nuevo, corazón nuevo y mente nueva”, con los que puede llegar a percibir “dentro de cada átomo una puerta que [conduce] a las posiciones de la certeza absoluta”.

Es significativo que un filósofo tan pesimista como E. M. Cioran afirmara que “todo se puede sofocar en el hombre, salvo la necesidad del Absoluto”.

Acerca de los días internacionales de agosto, publicado en el Diario Austral

Los Días Internacionales
Fresia Dini

Desde hace un tiempo, en el calendario comenzaron a figurar una serie de conmemoraciones que nacieron del mundo moderno. Son días dedicados a reflexionar y tomar conciencia de problemáticas sociales, ambientales, económicas o simplemente para celebrar a nuestros hijos, padres y madres.

Agosto nos trajo consigo algunas de estas fechas. Así por ejemplo el 12 de este mes se conmemoró el Día Internacional de la Juventud, fecha instaurada por la Organización de las Naciones Unidas a fin de promover una mayor conciencia del Programa de Acción Mundial para los Jóvenes. A ello se suma el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas que fue instaurado el 23 de diciembre de 1994. “En esa fecha se conmemora el día en que el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías celebró su primera reunión en 1992”. (Documento ONU)

Sin embargo, es sin duda el más bullado el Día del Niño, que en nuestro país se conmemora el segundo domingo del mes de agosto. Fecha que difiere en cada uno de los lugares del mundo en donde se celebra, debido a una política que obedece a la propia ONU que insta a los gobiernos del planeta a ser parte de esta iniciativa en la fecha y forma que cada uno de ellos estime conveniente. Sin olvidar que lo importante es reafirmar los derechos universales del niño.
La iniciativa nace el 20 de noviembre de 1952, cuando la Asamblea General de la ONU se reunió con la sola idea de potenciar la toma de conciencia de los derechos de los más pequeños. Idea que si bien se conserva a nivel de política, en lo cotidiano se ha visto invadido por una suerte de consumismo que invade las tiendas de juguetes. Para el comercio infantil es el segundo día del año en que se venden más regalos.

Tal vez cabe preguntarse el por qué de los días internacionales sean estos cuales sean. Tal vez el mundo requiera la instauración de un espacio para ver al prójimo, un espacio en donde las acciones se pongan en práctica contra el trabajo y abuso infantil, la discriminación de las minorías y en fin todas las enfermedades que aquejan a la sociedad moderna. Si bien agosto nos trajo varias fechas para mirar nuestra realidad con ojos solidarios, septiembre nos llama a reflexionar en otras materias. Quizás una que no debe pasar desapercibida es el Día de la Paz Mundial, el próximo 21 de septiembre.

Tratemos de hacer de estas fechas, testimonio de cada conmemoración, y así aportar con un granito a la construcción social que queremos para nuestros hijos, hermanos y amigos.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Artículos publicados en el Diario Austral

Semana por medio se publica un artículo escrito por un miembro de la comunidad bahá'í en el Diario Austral de Valdivia. Aquí puedes leer los artículos ya publicados hasta la fecha:


Una nueva conciencia global
Lucy Engle

Mucho se ha dicho en los últimos días sobre las dificultades que el país está enfrentando debido a los problemas con el suministro de energía. El gobierno incluso se ha visto en la necesidad de lanzar una campaña, promoviendo diversas medidas que ayuden a disminuir los niveles de consumo en las casas de cada uno de nosotros. En caso de no prosperar la campaña, es altamente probable que debamos asumir un racionamiento que incluya cortes programados de luz.

Una de las cosas que llama la atención en todo esto es hasta qué punto la acción de cada uno de nosotros, como individuos, puede llegar a afectar algo tan importante como el suministro energético de todo un país. La campaña de gobierno despliega gran cantidad de recursos y esfuerzos con un solo objetivo: llamar la atención de personas como usted o como yo, pues lo que usted haga o deje de hacer puede tener un efecto significativo en el funcionamiento del país. Las autoridades llegaron incluso a afirmar que si todas las casas cambiaran dos ampolletas comunes por dos de bajo consumo, el impacto sería notable.

Todos los días se nos recalca (a través de medios de comunicación, discursos políticos, conversaciones cotidianas o estilos de vida cada vez más comunes) que el ser humano vive en permanente rivalidad con los demás, que la existencia constituye una serie de batallas: todos son potenciales competidores a los que hay que vencer, y el que se duerme pierde. Sin embargo, situaciones como la que se ha planteado en el campo del suministro energético contradicen ese planteamiento, pues es claro que una situación así sólo es posible de solucionar mediante una acción conjunta de todos los miembros de la sociedad. Así, se hace evidente un hecho innegable: cada uno de nosotros forma parte de un sistema global, cada vez más interconectado e interdependiente. No somos competidores; estamos llamados a ser colaboradores.

Todo esto nos lleva a pensar que cada una de nuestras acciones, para bien o para mal, tiene un efecto sobre el mundo. No somos entes aislados; por el contrario, el mundo es formado por la acumulación de nuestras acciones individuales. Es en este sentido que Bahá’u’lláh recomienda tener una visión que “abarque el mundo en vez de limitarse a vuestro propio ser”, lo cual es al mismo tiempo una invitación a ser individuos responsables y concientes. ¿Qué pasaría entonces si en el momento de prender la luz tuviéramos conciencia del impacto de nuestras acciones en el mundo? Y una vez reconocido ese impacto, ¿qué haríamos si asumiéramos la responsabilidad por nuestras pequeñas acciones?